Después del verano y el otoño con rutas más cercanas a Trujillo y alguna ruta de senderismo, antes de finalizar el año nos ponemos en marcha para una ruta de tres días. Recorreremos el Camino Romano de peregrinación que va desde Mérida hasta Guadalupe.
Llegamos la noche anterior al inicio de la ruta, para hacer noche en Mérida, en el Albergue de Peregrinos, a orillas del Río Guadiana. A nuestra llegada una copiosa lluvia que induce a pensar que va a ser una ruta pasada por agua.
Lo primero de todo, instalarnos nosotros y las bicicletas.
En esta época del año son pocos los peregrinos que se aventuran a realizar el Camino de Santiago de la Plata, y aparte de nosotros, solamente tres peregrinos más están alojados en el albergue. Una vez instalados, salimos a hacer acopio de fuerzas por la ciudad de Mérida, cuyas calles principales están engalandas con el alumbrado típico de la Navidad.
Tras una noche en la que ha caido toda el agua del cielo, nos disponemos a comenzar la ruta, en un día que amenece amenazante de lluvia, no sin antes desayunar, y realizar las últimas comprobaciones en las bicicletas y las alforjas.
Comenzamos la ruta desde el Puente de Lusitania
Las primeras pedaladas nos llevan por un paseo paralelo a la orilla del Rio Guadiana, donde observamos las construcciones y restos que nos hablan del pasado romano de la ciudad.
Abandonamos el paseo y tras bordear la plaza de toros circulamos durante un corto trayecto por la carretera N-630, la cual abandonamos a la altura del un polígono industrial y comenzamos a circular por el Camino Viejo de Trujillanos, bastante encharcados y a tramos muy bacheado. Y tras pasar la Urbanización el Vivero, comenzamos a ver Trujillanos.
Nuevamente por asfalto, atravesamos la autovia A-5 por un paso elevado, y entramos en Trujillanos.
A la salida de Trujillanos, encontramos al borde de la carretera una indicación de que vamos por buen camino.
Iniciamos subida por la vía de servicio de la autovía rodeados de una verde dehesa, hasta la entrada de la Finca Los Retamales, que nos regala unas impresionantes vistas con el Río Guadiana como fondo.
En bajada llegamos a San Pedro de Mérida, en cuya salida realizamos una breve parada para tomar un pequeño refrigerio y sellar las credenciales. Continuamos por la vía de servicio de la autovía por un paisaje monótono donde va perdiendo protagonismo la dehesa a favor del regadío, hasta llegar a Torrefresneda.
Abandonamos la compañia de la autovía y tras un corto tramo por el arcén de la carretera N-430, con bastante tráfico, nos desviamos hacia la izquierda por un camino paralelo al Río Búrdalo, hasta Santa Amalia.
Por caminos con mucho barro que al final nos obligan a circular por asfalto nos vamos aproximando a Medellín, localidad a la que llegamos tras atravesar un el Puente Imperial sobre el Río Guadiana.
Queda poco para llegar a Don Benito, pero ya es la hora de comer y aprovechamos para reponer fuerzas a la salida de Medellín.
Una vez repuestos, continuamos camino, en un principio por caminos, pero están tan anegados y llenos de barro que nos vemos obligados a circular por asfalto, llegando a Don Benito, final de la ruta de hoy.
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