lunes, 23 de julio de 2012

12-04-2012 Camino de Santiago-Via de la Plata. Alcuescar-Casar de Cáceres

¡¡¡ Por fin !!!. Despues de tanto tiempo esperando el momento, por fin llegó el día. Todo preparado para la aventura. Las bicicletas, el equipamiento, las alforjas llenas y sobre todo muchas ganas de empezar.
Comenzamos la aventura en la puerta del Albergue de Peregrinos de la "Casa de la Misericordia" de Alcuescar. Pero antes de nada entramos a sellar la Credencial del Peregrino, que nos permitirá llegados a Santiago, obtener la preciada Compostela. En el albergue, el hospitalero, afanado en las labores de limpieza del local, muy amable, nos sella la credencial y nos desea "BUEN CAMINO", expresión esta, que será la más repetida a lo largo del viaje.
Y así, salimos a la calle para empezar la aventura acompañados de la tortuga Pepi, que también porta su concha de peregrina.




Casi toda la ruta de hoy la recorrimos con anterioridad al hacer otras rutas, por lo que ya conocíamos el recorrido. De todas maneras la señalización es excelente y no hay pérdida, excepto durante el paso por algunas poblaciones, pero para eso estan los planos, el GPS o simplemente preguntar, que nos responderán amablemente dando toda clase de indicaciones y consejos.
El día, nublado, amenaza lluvia, pero casi mejor eso a pasar calor.
Dicho y hechos, comenzamos el camino, siguiendo la primera flecha amarilla, que nos indica girar a la izquierda en la salida del albergue. El camino se encuentra en buenas condiciones, y el campo en plena primavera se encuentra en condiciones de ser disfrutado.


Atravesamos el Arroyo del Aceite y continuamos hacia Casas de Don Antonio, pero antes de llegar a al pueblo, podemos ver a nuestra derecha el Embalse del Ayuela. Un perro que sale corriendo de entre los arbustos de la orilla del camino, con más miedo que vergüenza es lo único reseñable antes de llegar al puente de piedra sobre el Río Salor, en los aledaños de Casas de Don Antonio.






 Dejando Casas de Don Antonio cogemos un camino que nos lleva paralelos a la N-630, evitando circular por la misma, a pesar de tener poco tráfico desde la apertura de la autovía. Salvo el cauce de algún arroyuelo, que nosotros encontramos secos, el camino no presenta dificultad.


 De camino, nos encontramos formando parte de una pared de piedra el miliario XXVII, que ya vimos en otra ruta anterior. Un poco más adelante a la altura de la entrada del Cortijo de Santiago de Benicaliz, nos paramos para dejar un mensaje, como otros tantos peregrinos han hecho antes, en el denominado miliario correo.






Tras la breve parada continuamos, hasta llegar al pequeño puente romano sobre el Arroyo de Santiago...







... y tras éste un  nuevo miliario.
Cruzamos con cuidado al otro lado de la carretera N-630, circulando por el ancho carril del Cordel de Ganados de Mérida, donde nos encontramos con un numeroso rebaño de ovejas.


Dejando a un lado Aldea del Cano...


... cruzamos la autovía por debajo, observando unos miliarios tumbados al borde del camino. Después de atravesar el cauce seco de varios arroyos y observar a lo lejos las Casas del Garabato de Arriba, en cuya dehesa se halla un dolmen megalítico...


... llegamos al Aeródromo de La Cervera, donde nos recibe de nuevo el mismo mastín que ya vimos en otra ocasión durante otra ruta. Y lo mismo que la otra vez, ni caso, que ya se cansará de ladrar. Así atravesamos el aeródromo...

 y antes del llegar al Arroyo de la Cervera, parada en un yacimiento arqueológico en el margen del camino y del que quedan pocos restos visibles.




Tras el breve descanso continuamos primero subiendo y despues en una agradable bajada, acercándonos al Rio Salor...




... al que llegamos casi sin dar pedales.


Valdesalor se encuentra a tiro de piedra, al igual que la N-630, por la cual remontamos el Puerto de las Camellas; una subida a buen ritmo y sin dificultad.


Tras el puerto, siguiendo la señalización de la ruta, abandonamos la carretera, y ya tenemos a la vista Cáceres, a la que nos vamos acercando poco a poco.



Entramos en el casco urbano de Cáceres atravesando el polígono industrial Charca Musia, hasta la carretera de Miajadas, la cual atravesamos con cuidado. Seguimos el camino sin pérdida, pasando delante de los Juzgados y el Hospital, hasta llegar a la rotonda de San Francisco. Lo normal, sería continuar por una calle muy empinada y entrar en la Plaza Mayor, tras atravesar el casco histórico de la ciudad, pero como ya lo conocemos, decidimos hacer otro recorrido más cómodo hasta la plaza.





Mientras Lola espera fuera con las bicicletas, entro a sellar la credencial en la oficina de turismo, preguntándome el chaval que me la selló, si ponía la fecha. Si por supuesto, le dije. Y entonces el me comentó que había gente que le pedía solamente el sello y que la fecha la ponían ellos. Uhmmmmmmmm, mosqueante. A la salida, tras comentárselo a Lola, paramos a comer y descansar un poco en uno de los bancos de la plaza.
Repuestos un poco, salimos de la plaza por el lado contrario al de entrada y enfilamos la calle Margallo hasta la Plaza de Toros. Una vez allí, siguiendo las indicaciones hacia Casar de Cáceres, emprendemos una bajada que nos lleva hasta la Ronda Norte, donde continuamos por asfalto por la carretera CC-38, la cual abandonamos un poco más adelante por un camino paralelo.



 Tras vadear un par de arroyuelos y pasar por debajo de la autovía A-66, por fin llegamos a Casar de Cáceres, destino de la primera etapa.




Tras atravesar un bonito paseo, llegamos al Ayuntamiento, frente al cual se halla el albergue. Al apagar el GPS, ¡¡¡mierda!!!, me dí cuenta que habíamos perdido el receptor bluetooth que llevabamos para tirar menos de la batería del Nokia. Seguramente durante una parada "tecnica" por necesidades fisiológicas, al sacar el papel higiénico de la bolsa del manillar, debió caerse el receptor.
Después del consiguiente cabreo, como las bicicletas no cabían por el pasillo estrecho y empinado de las escaleras de acceso del albergue, desmontamos todo y lo subimos no sin esfuerzo, buscando camas libres para descansar. Tras localizarlas, empieza la rutina que tendremos que seguir todos los días al final de la ruta; quitar ropa, lavar ropa, ducha y ropa limpia para dar un paseo.





En el albergue nos encontramos con una alemana, dos italianos, dos holandeses, dos ingleses y un búlgaro que se había recorrido medio mundo en bicicleta. El albergue que es gratuito no está mal, y teniendo una ducha de agua caliente y una cama para dormir, lo demás sobra.
Tras acomodarmos, lo dicho, paseo por el pueblo para estirar las piernas.







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La tarde está acabando y comienza a hacer fresquito. Volvemos al albergue y tras cenar acompañado de una hidratante cerveza...

 
... nos vamos a la cama tempranito que mañana hay que madrugar. Son las nueve y media y ya está todo el mundo acostado. Parece muy temprano para dormir, pero el sueño reparador hace siempre milagros de cara a lo que queda de camino.



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