¡Vaya nochecita!. Lo peor no ha sido el diluvio durante toda la noche, sino el auténtico vendaval que parecía que iba a arrancar de cuajo el tejado del albergue. Ya por la mañana temprano, aparte del frío, al abrir la puerta lo primero que nos llama la atención es los destrozos en mobiliario urbano y arboles que ha causado el viento. Por suerte, aunque sigue soplando el viento, se ha calmado un poco y ha dejado de llover. Arrancamos atravesando Fontanillas de Castro y por caminos paralelos a la N-630 llegamos a Riego del Camino y poco después a Granja de Moreruela, donde el camino se bifurca, o bien seguimos por la Vía de la Plata o nos desviamos por el Camino Sanabrés pasando por Orense hasta Santiago de Compostela.
Dicho y hecho, abandonamos Granja de Moreruela por un camino paralelo al Arroyo de la Laguna, y por pistas entre campos de labor antes de una pronunciada bajada divisamos Puente de Quintos o Puente Quintos sobre el Río Esla.
Tras la pronunciada pendiente llegamos por asfalto al puente y hacemos una pequeña parada para comer un poco, ya que desde que empezamos la jornada no encontramos ningún lugar abierto para desayunar. El viento comienza a soplar con fuerza y las nubes amenazan lluvia inminente.
Continuamos por asfalto ya que el camino por el que siguen los peregrinos a pie, es intransitable para las bicicletas. Así continuamos en subida alejándonos poco a poco del río, hasta que se desata un diluvio. Y así, lloviendo a mares y con el viento arreciando en contra logramos llegar a duras penas a Faramontanos de Tábara, donde nos dirigimos al centro médico ya que a Lola le duele bastante el cuello y le impide seguir con normalidad. Esta vez encontramos un buen profesional médico que le desaconseja seguir, recetandola antiinflamatorios y un relajante muscular, que compramos en una farmacia cercana. En vista de ello y del mal tiempo decidimos dar por finalizada la jornada en la siguiente localidad con albergue que encontremos. Por caminos tras cruzar unas obras que parecen abandonadas de la línea del AVE, por fin llegamos a Tábara, nuestro destino de hoy. En el Ayuntamiento, tras sellar las credenciales y recoger las llaves nos dirigimos al albergue, situado en lo alto de la localidad. Somos los primeros en llegar y tras la ducha y la colada, paseo y comida. Tarde tranquila de descanso esperando a que Lola se recupere y podamos seguir mañana.
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